Reportaje en la Revista de la Moraleja

 

1 de noviembre de 2008

Reportaje de 3 páginas a todo color y papel couché en la Revista de la Moraleja donde se muestran algunas de mis obras más representativas hasta la fecha.

La tirada de este número ha sido de 25.000 ejemplares.


Los reportajes son el medio ideal para hacer un alto en tu trabajo, reflexionar y verbalizar lo que pintas…




Aquí dejo el artículo:

A sus 31 años, Ricardo Sanz Imbern, o Imbern a secas, como firma su obra, lleva casi dos años dedicados exclusivamente a la pintura. Licenciado y especializado en diseño, trabajó en distintas agencias de publicidad asumiendo puestos de Dirección de Arte y Gerencia, donde realizó proyectos para marcas de reconocido prestigio y obtuvo algunos galardones por ellos.

Sin embargo en octubre de 2006, justo antes de cumplir la treintena, decidió aparcar su carrera profesional como diseñador y dedicarse a lo que, desde muy joven, había sido para él una inquietud personal: canalizar su creatividad artística a través de la pintura. “Cuando trabajas en publicidad buscas vender. En cambio, en mi caso, me preocupaba más que todo fuera estéticamente perfecto, que funcional”, confiesa. Reconoce haber hecho siempre las cosas para él, más que para el cliente, por eso dice encontrarse a él mismo con la pintura: “porque hago lo que me gusta; no tengo en cuenta si es comercial o no”.

Artísticamente autodidacta, la evolución desde sus comienzos hasta ahora, no pasa desapercibida. Parte de su obra ha sido definida por la crítica como de “fuerte cromatismo fauvista y expresionismo figurativo, rodeado de una atmósfera surrealista. Invitando todo ello a entrar en un mundo fantástico caracterizado por la ausencia de reglas en cuanto a forma, luz, perspectiva y color, donde todo es posible”.

Desde entonces hasta ahora, ha sido mucho el camino recorrido: “Cuanto más pintas, más quieres, la pintura es egoísta y absorbente”, afirma, “tu obra no para de evolucionar y cada día se hace más exigente. Siempre surgen nuevas ideas, nuevos conceptos. No tiene límites, no tiene fin”, asegura mientras contempla los lienzos que se apilan en su estudio del centro de Madrid.

La temática que utiliza se basa en experiencias vividas generalmente conociendo culturas distintas y tomando un especial interés por el retrato. El fuerte simbolismo que rodea toda su obra, se entrelaza en la actualidad con dos interesantes líneas creativas: el encuentro entre imagen y pensamiento, representado por el cuadro Solo por ti, donde en el lienzo se “escriben” los pensamientos del protagonista; y lo que él mismo ha denominado “la serie fantástica y surrealista”, donde se reúne lo más íntimo del artista y cuyo paradigma es El jardín de Kness.


El jardín de Kness

Así llamado por hacer referencia a los <<Ke No Encuentran Su Sitio>>, es un lienzo donde el artista reconoce haber dejado sangre y sudor. “Me costó mucho sacarlo adelante. Tenía muy claro lo que quería, había hecho muchos bocetos, pero no lograba darle salida artísticamente”, confiesa un tanto contrariado pero a la vez satisfecho con el resultado.

En el cuadro aparecen distintos grupos de personajes, cada uno de los cuales simboliza una parte de la realidad. Así, el grupo de las aves bicéfalas, simboliza a los “raros”, los que, por ser diferentes, no encuentran su sitio. Por su parte el caballero (chico) del flotador sobre el tapir, representa a los fantasiosos, una especie de Don Quijote moderno, los que crean su propio mundo y viven en su realidad paralela. Y por último, se representa también a la gente que tiene ambición por hacer algo. En este caso es superman (el chico con la gorra de superman) el elegido como paradigma de alguien que quería ser “otro”, pero le tocó ser superhéroe. “A veces la vida te hace ser cosas que no quieres ser, y si te das cuentas y rectificas, es estupendo, si no, …”, aclara Imbern. En el lienzo, superman aparece como un afilador.


Otro de sus cuadros más recientes es La vendedora, inspirado en su último viaje a Camboya. “Paramos en una carretera donde una chica vendía tarántulas fritas. La imagen me causó tal impacto, el hecho de que en aquella tierra se pudiera vender casi cualquier cosa, que acabé creando este lienzo”, donde una joven camboyana rodeada de naturaleza se aproxima al espectador para ofrecerle una especie de cervatillo que pasta en su bandeja. De nuevo el simbolismo se hace patente.

A pesar de todo, Imbern considera que el arte es como la poesía, que no hay por qué analizarlo al milímetro, hay que disfrutarlo. “Algunos cuadros tienen una historia detrás, pero lo importante es que te cautiven por sí mismos. Si la sensación que te produce el lienzo consigue atraparte visualmente, he conseguido mi objetivo”.

El arte de Imbern es un arte para todos los públicos, “para cualquiera que lo mire y le haga sentir”, como él mismo dice. Es un arte expresionista, sugerente -que trata de no dejar indiferente a quien lo contempla-, fresco y simbólico. Sus imágenes poco convencionales, sugerentes y lejanas a la realidad buscan el impacto, porque Imbern, ante todo, es un seductor y busca embaucar al espectador con su obra: “que la gente se quede con los ojos abiertos al pasar por delante de uno de mis cuadros, y a ser posible, con la boca también”.

Como próximos pasos tiene planes para mudarse por una temporada a Bélgica, llevado por un proyecto personal. Después le gustaría probar Nueva York y Sudamérica, donde ya ha estado en otras ocasiones por turismo. Entre tanto, promete mantener su página web actualizada http://www.imbern.es para poder seguirle la pista.


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